La Ruta de la Seda, la antigua vía comercial que atravesando Asia entera unía China con Oriente Próximo y Europa, es todavía hoy, cientos de años después de su extinción, algo más que un recuerdo de un pasado lejano.
En las ciudades y caminos asiáticos aún es posible encontrar indicios claros de lo que fue y representó durante siglos esta poderosa arteria, a través de la cual circularon el comercio, la cultura y las grandes ideas religiosas, filosóficas y politicas, así como los avances técnicos y científicos más relevantes de la época.
De Oriente a Occidente fluyó durante siglos a lomos de caravanas un río incesante de mercancías lujosas como eran la seda, las especias y la porcelana, pero también otros artículos que llegarían a ser de uso corriente para
los europeos como el papel, la pólvora o los billetes de banco. También, muchas de las ideas básicas para la construcción del universo ideológico y religioso occidental.
Hoy han desaparecido las largas caravanas de camellos, pero aún pueden verse algunos enormes camiones volquetes rusos siguiendo las carreteras que discurren por el antiguo trazado, transportando ahora melones o algodón. En realidad, nunca ha llegado a interrumpirse del todo el tránsito, ni siquiera en los momentos de mayor agudización de los conflictos armados en los países atravesados por la Ruta.