No es casualidad que en la isla de Mallorca existiera la escuela de cartógrafos más importante del mundo medieval. Gracias a los mapas que en ella se confeccionaban, la flota de la Corona Catalano-Aragonesa dominó el Mediterráneo desde el siglo XIII a la irrupción de los turcos. Los mejores marinos del imperio marítimo catalano-aragonés (entonces un Estado independiente más rico e influyente que la Castilla de la época), procedían de la isla de Mallorca y la cercana costa catalana. Y una parte importante de la población de la isla de Mallorca era judía y judeoconversa, como lo atestigua la docena y media de apellidos judíos catalogados que han sobrevivido hasta hoy: son los llamados chuetas (“xuetes” en catalán), descendientes de judeoconversos.
Aunque no se incluye en el grupo de apellidos chuetas, el apellido Colom está documentado en Catalunya y las islas de Mallorca e Ibiza como uno de los que tomaban los judeoconversos al bautizarse como cristianos. En catalán, “colom” es la palabra que designa a la paloma; no hay que ser muy sagaz para deducir que al adoptarlo como apellido, el converso se ponía bajo la protección directa de la Paloma Sagrada del cristianismo: el Espíritu Santo.
En realidad pues, Cristóbal Colón se llamaba originariamente Cristòfol Colom, y nació, muy posiblemente en la isla de Mallorca o tal vez en Menorca o en Ibiza (las otras islas del archipiélago de las Baleares, muy próximas a Mallorca), en el seno de una familia de origen judío y relacionada con el comercio marítimo.