Jules Verne nació en 1828 y vivió una larga vida hasta los primeros años del siglo XX.
Como escritor puede considerársele como el verdadero fundador de la gran literatura de viajes por lo exacto y minucioso de sus descripciones y evocaciones, y también desde luego por su calidad literaria indiscutible. Fue asismismo un verdadero precursor de multitud de avances científicos y técnicos que tuvieron lugar durante los siglos XIX y XX.
Lo más curioso es que Verne en toda su vida casi no salió de Amiens, ciudad a la que se trasladó apenas casarse. Todos sus conocimientos sobre ciencia, geografía y demás disciplinas de su interés los obtenía en la biblioteca municipal.
La fabulosa imaginación de Jules Verne y su rigor y apego al positivismo científico, su fé en el progreso de la Humanidad y en la capacidad del ser humano para crear sociedades prósperas basadas en el conocimiento, la
racionalidad y la solidaridad, hacen de él un socialista utópico y si se quiere, visionario, pero nunca delirante.
Con todo, Verne no era un ningún ingenuo, y en una de sus novelas más extrañas llegó a anticipar con medio siglo de adelanto el régimen nazi y sus terribles consecuencias.
Generaciones de niños, adolescentes y adultos seguimos viajando mentalmente gracias a las novelas de Verne. Con Jules Verne hemos partido a la búsqueda del paso del Noroeste, navegado entre las tormentas del Cabo de Hornos, naufragado en las islas perdidas en la inmensidad del Pacífico, sobrevolado la sabana africana en globo, dado la vuelta a la Tierra, descendido a su mismo centro, e incluso viajado a la Luna.
Un impagable y ameno maestro, sin duda.