Nacido en la Judea ocupada por Roma, hace un poco más de dos mil años. Las poquísimas fuentes que le citan lo hacen de pasada (caso de Flavio Josefo), y tres de sus cuatro supuestas biografías oficiales –los Evangelios canónicos-, fueron redactadas cientos de años después de su muerte.
En vida se le conoció como El Galileo, y era quizá el hijo mayor de un humilde artesano y una muchacha aldeana. No fue un revolucionario social ni un reformador religioso, pero fue de los primeros que habló de una vida mejor para los pobres y de una religión hecha a medida de las personas y no al revés.
La voz propia y las enseñanzas de este hombre –que jamás se proclamó Dios, y ni siquiera profeta-, han llegado filtradas y tamizadas por el paso de los siglos y las manipulaciones, distorsionadas en suma, por el poderoso aparato de poder que una rama de sus seguidores levantó años después de su muerte.